La premisa de este cortometraje es un perro y un gato que comparten el mismo cuerpo: aunque suene complicado, es un uso inteligente del formato visual sin palabras, que muestra claramente un sentido de ambivalencia de identidad con el que todos pueden identificarse. El perro y el gato están en un conflicto acelerado, peleando y lastimándose entre sí dentro del mismo cuerpo. No hay esperanza de resolución hasta que la pareja se encuentra sumergida en el agua; mientras luchan, no pueden esperar salir a la superficie, por lo que la pareja debe trabajar unida para nadar en tándem y así poder sobrevivir. Esto envía un mensaje poderoso sobre la tolerancia y la celebración de la diversidad para los espectadores de 8 a 11 años o incluso de 12 a 15 años.