Un tablero de ajedrez vacío es un punto de reflexión en este cortometraje griego. Un caballero, solo en un tablero de ajedrez, está cansado de estar en el mismo lugar: logra volcarse en el suelo y encuentra una experiencia completamente nueva con otros juguetes. Cuando finalmente regresa al tablero de ajedrez, con la ayuda de sus nuevos amigos, decide cuestionar su idea preconcebida de quién es y qué debe hacer como caballero en un tablero de ajedrez. Esta amigable película utiliza la idea de un tablero de ajedrez para presentar una narrativa de amistad, cooperación e inclusión. El énfasis constante en los pensamientos y sentimientos del caballero, representados a través de su rostro expresivo, alienta al espectador atento a reflexionar sobre la necesidad de agencia y pertenencia con el fin de adquirir un sentido de identidad para navegar en el entorno de cada uno. El papel del ajedrez como una pieza importante de la historia cultural internacional agrega un tema de herencia compartida, lo que permite a los espectadores de entre 8 y 11 años considerar si el significado de la película cambiaría si no estuviéramos familiarizados con el concepto del juego de ajedrez y el movimiento limitado en el que se enmarca el caballero.